miércoles, 8 de septiembre de 2010

Lo colectivos en la actualidad

Sobran los ejemplos para hablar en su contra: los colectiveros manejan muy rápido y bruscamente no respetan las reglas de tránsito y a veces tampoco sus propias paradas, tratan mal a sus pasajeros y mucho peor a los peatones que deben esquivarlos. Un rosario de anécdotas -todas ciertas- los coloca entre los responsables de la inseguridad vial. Pero esa es sólo la cara más conocida de la moneda. Una investigación médica inédita a la que accedió Clarín revela datos sorprendentes: más de la mitad de los choferes sufre de alteraciones del sueño y maneja con somnolencia, muy estresados y fatigados; ocho de cada diez tienen sobrepeso, hipertensión, fuma o trabaja bajo algún factor de riesgo cardíaco y, en todos los casos, su capacidad de reacción ante un alerta decae muy fuertemente a partir de la quinta hora de trabajo. Una "tormenta perfecta", que no sólo los afecta a ellos. También proyecta su sombra sobre la seguridad pública.

El estudio "Trabajo, sueño, alerta y estrés en conductores de colectivos" fue realizado entre enero y diciembre de 2008, y sus conclusiones, fechadas hace tres meses y a las que Clarín accedió en exclusiva, aún permanecen inéditas. La investigación fue encargada por la Unión Tranviarios Automotor (UTA) para conocer el estado de salud física y mental de los colectiveros urbanos, que cada día llevan a 1,6 millón de personas. El trabajo fue realizado por dos médicos con prestigio internacional: el investigador del Conicet y director del departamento de Investigación de la Facultad de Medicina de la UCA, Daniel Cardinali; y el jefe de Neumonología del Hospital Austral y especialista en trastornos del sueño Daniel Pérez Chada. La investigación se hizo en dos etapas. Una primera, a través de un cuestionario respondido por 1.023 conductores, y una segunda, con una evaluación fisiológica sobre 48 choferes. La capacidad de alerta de los choferes se midió a través de un test en el que, ante la aparición de una luz en la pantalla de un pequeño monitor colocado en el colectivo, cada conductor debía apretar una tecla. También se controló la duración de los latidos cardíacos a través de holters. El nivel de estrés se registró con el seguimiento de una hormona llamada cortisol (se tomaron dos muestras salivales diarias, a las 8 y a las 23) y para chequear la calidad del sueño cada chofer se colocó en la muñeca durante siete días un aparato similar a un reloj que registró movimientos corporales.

El cruce de todos estos estudios ofrece resultados variados y muy elocuentes. Por ejemplo:

¿El 55% de los choferes tiene somnolencia diurna. Y seis de cada diez duerme mal. Otro dato: los choferes del turno mañana descansan casi una hora menos que los del turno tarde.

¿A partir de las cinco horas de trabajo, el tiempo medio de reacción ante un alerta aumenta, y crece mucho al final del día.

¿Más de la mitad de los choferes dijo tener un estado de salud "regular o malo". Ocho de cada diez colectiveros tienen problemas de peso, y la mitad de ellos fuma un promedio de 17 cigarrillos diarios. El 24% padece hipertensión.

Ante semejante cuadro, la conclusión de los investigadores es terminante: "Los colectiveros tienen un precario estado de salud, directamente vinculado con el estrés derivado de las condiciones de conducción. Es evidente que la reducción del horario de trabajo a 6 horas y una adecuada campaña educativa son las medidas más urgentes a tomar". Estas palabras suenan como música en los oídos de los gremialistas de la UTA, cuya intención es convertirlas en un reclamo sindical.

Desde 1992, la jornada laboral de los colectiveros es de 8 horas, con la posibilidad de agregar hasta 4 horas extras.

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